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En Colombia, las campañas políticas están inundando de información las redes sociales y de comunicación con discursos sobre propuestas que supuestamente resolverán las inequidades sociales. Propuestas que se muestran como una poción mágica para tener el país que soñamos.

Los discursos se basan en el “cambio”: todo lo pasado fue malo y ahora sí llegará un nuevo futuro para todos. Un futuro donde existirá bienestar social, se luchará contra la corrupción, existirán oportunidades para los más necesitados y una economía sostenible, etc. Los de extrema derecha agregan con tono de pánico a su discurso, la necesidad de proteger los derechos privados ante gobiernos de izquierda y progresistas.

Existe un ambiente político que reduce en dos posiciones a los colombianos: uno que apoya el bienestar social y otro que apoya el crecimiento económico. En la realidad estos conceptos no se excluyen, el uno no existe sin el otro.

Las políticas sociales bien implementadas, justas y sin corrupción, generan al corto y largo plazo una sociedad con oportunidades para desarrollarse cultural y productivamente. Políticas económicas coherentes, inclusivas y sostenibles, generan estabilidad jurídica y bienestar social. Esto seria lo ideal, pero la realidad es que actualmente existen otras variables que no hace viable este escenario: la corrupción, las clases sociales tan diferenciadas, la falta de educación y empatía, entre otros.

Los ciudadanos una vez se identifican con los discursos, deciden irse a los extremos y se vuelven radicales. Agotan sus energías en discusiones y publicaciones ofensivas sobre el “contrincante”. Sería bueno dedicarnos a entender la economía, la política, la historia, la visión de humanidad, etc.; e identificar lo que racionalmente beneficia a la mayoría, en el presente y en el futuro, estemos o no en esa aparente mayoría.

El problema es que la mayoría desconoce los programas de gobierno, la trayectoria política y las corrientes ideológicas de los candidatos. Dependiendo de nuestras redes sociales y el entorno que frecuentamos, basamos nuestras posiciones políticas. No indagamos e investigamos a fondo. No reconocemos que la política es un poder que involucra entramados económicos, de corrupción, de guerra y sometimiento.

Si estás enterado de destitución de alcaldes, supuestos golpes de estado, crees que el candidato se parece mucho a su mamá; o si reconoces el contexto de las palabras: perdón social, balastro, plata es plata, reloco papi reloco; solo estás actualizado en la farándula política. El reality en redes solo durará los tiempos de campaña, el presidente durará 4 años y sus acciones te afectaran por siempre.

Invito a no dejarnos influenciar por las redes sociales y su ambiente de extremos. Eliminemos los ataques de odio. Iniciemos transformando nuestro pensamiento para reflejarlo en la realidad. Indaguemos más sobre los candidatos y cumplamos con nuestro deber de ciudadanos de ir a VOTAR.

@yycriss

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